DE TAL PALO TAL ASTILLA ¿Y TÚ, QUE ENSEÑAS?
La AECC lanza una nueva campaña con la que pretende concienciar de la importancia de llevar un estilo de vida saludable, y de transmitir esos hábitos a los más pequeños.
Con un estilo de vida saludable, se podrían evitar cerca del 40% de los cánceres. Si todavía no has empezado a mirar por tu salud, debes saber que lo ideal es no solo aprenderlos y ponerlos en práctica sino, además, interiorizarlos.
Nunca es tarde para adquirir sanas costumbres, pero cuanto antes lo hagamos, menos esfuerzo costará, el beneficio sobre nuestra salud será mayor y podremos transmitir los mismos hábitos a las personas más cercanas, sobre todo los niños y jóvenes a nuestro cargo.
Los padres son el principal referente para los niños, un modelo en el que se inspiran para aprender cada día y a los que tratan de copiar.
Los niños son sensibles a todo lo que les rodea y no se limitan a copiar actos; también asimilan frases y actitudes. Por tanto, no será suficiente con que te vean comer verdura; lo ideal es mostrarles que la comes con disfrute e incluso que verbalices lo rica que está. La frase “a mí tampoco me gusta pero la como porque es muy sana”, les podría sonar poco convincente, dado que a ciertas edades es más importante si algo les gusta o no les gusta, que si es sano no es sano.
Por supuesto, los padres o tutores no son las únicas personas ejemplares. También se recomienda que sean un modelo de vida saludable los abuelos, tíos y cualquier otro adulto cercano al niño.
Y tras la teoría, llega la práctica:
– Cuanto antes empiece, mejor. Alimentarse de manera sana y equilibrada es lo primero que debe aprender, así que será fundamental que, por ejemplo, cuando pueda comer todo tipo de fruta, no se limite a pocas variedades. Habituar su paladar a muchos sabores y texturas diferentes evitará que haya resistencia a probar otro tipo de alimentos y platos. Cada temporada podrás encontrar una amplia gama de productos en el mercado.
– No hacer más de una comida. No hay nada que negociar, toda la familia debe de comer lo mismo, incluido el más rebelde.
– El ejercicio, si se puede, mejor en equipo. Los beneficios son mayores, aprenderán a trabajar en equipo, a ser generosos, a sobrellevar las derrotas y a motivarse y ayudarse unos a otros.
– Cargarse de paciencia, cada niño aprende a su ritmo. Solo tendrás que ser perseverante y reforzar cada pequeño cambio o esfuerzo (cuando se eche crema protectora él solo o tenga la iniciativa de usar gorra, cada vez que pruebe un alimento nuevo, etc.). Si no lo hace correctamente, no le digas
que está mal. Simplemente refuérzalo y corrígele enseñándole la manera correcta de hacerlo
para la siguiente vez.
– Haz de la cocina un entorno agradable y útil, donde poder ayudar a crear platos. Los niños pueden ser grandes pinches cuando estés preparando la comida, siempre y cuando no sea una obligación y lo perciban como una tarea creativa. Les hará sentir importantes.
– Las tareas en la cocina se adaptarán siempre a su edad y capacidades madurativas: acercarte los ingredientes, lavar los alimentos, darle vueltas a un guiso, amasar, decorar, probar de sal… Y siempre reforzando la buena intención, aunque no les salga del todo bien.
Concejalía de Sanidad